domingo, 27 de noviembre de 2011

Cuarta semana

Todo está nublado y así está también el humor de los demás. Personas ensimismadas, calles que invitan a volver a casa.
Viento que arrastra en montones las hojas. Ni un sólo rayo de sol. Gris. El tema del día es el gris. Y no cambia.

Pero hoy no me he dejado influenciar y he salido a correr al bosque, con mi compañera que me acompaña el fin de semana. Incluso ella no ha podido quitarse la sensación de que lo mejor hoy era quedarse en cama, prepararse té y desyunar tranquilamente.

Hoy yo estaba como pez en el agua. Tenía tantas ganas de salir. Y sentía incluso un poco de vergüenza porque yo me sentía tan bien e incluso me parecía todo tan perfecto.

Apenas terminamos, me di cuenta del cansancio: 130 min. 20 km.
La rodilla derecha comenzó a dolerme.

sábado, 26 de noviembre de 2011

Correr y suerte

Hay días en los que uno se levanta con la sensación de que no está en el lugar correcto y que todo sigue un ritmo muy diferente al usual. Con ello quiero decir que este sábado: no parece sábado, sino más bien un jueves por la mañana; los coches no dejan de pasar, pitan innecesariamente.

Tenía el plan de sorprender a una amiga y visitarla; pero un cumpleaños se ha interpuesto entre mis planes... El caqui que guardaba celosamente como recompensa para después de correr no maduró a la velocidad que yo quería y me he quedado sin premio. Y me he puesto a picar wasabi...

A regañadientes me he puesto las zapatillas. Pero logré persuadirme y salir a correr en este día amorfo. Por fortuna he alcanzado la última hora de sol. Apenas volví a casa, todo se nubló y el paisaje regresó a ser grisáceo. Y a pesar de que el día sigue así: con un viento que arrastra las últimas hojas y deja pelados los árboles; me ha tocado tanta suerte. Corrí con sol. Todo augura que el invierno nos cae en cualquier momento.

50 min.
9 km.

jueves, 24 de noviembre de 2011

Correr y Jaime Sabines

Hoy he quedado por la tarde con unas amigas para cocinar y charlar. Tengo también un poquitín de trabajo y eso no me da mucha flexibilidad para darme una escapadita del trabajo y salir a correr por la tarde; así que tuve que abandonar mis cómodas y abrigadoras sábanas por la mañana antes de lo usual para salir a correr.

Aunque mi principal razón para no salir a correr en Berlín por las mañanas no es el frío; que al fin y al cabo es muy similar al de las tardes o noches. Sino más bien el ruido de coches y el aire pesado. En el parque hay muchísimos corredores, más que por las tardes y eso me da gusto. Incluso a veces hago una que otra travesura: voy al ritmo de un corredor unos minutos (lo cual irrita a cualquiera) hasta que siento que incomodo a la persona. No lo hago tan seguido, lo prometo.

Me ha costado bastante llegar a la media hora, todo el tiempo he sentido que no me iban a salir las cosas, que iba llegar tardísimo al trabajo, que ni tiempo me iba a dar de ducharme. Pero una vez alcanzados los 30 minutos, me dije: no puedes parar ahora. Mejor hasta los 50.
Dicho y hecho.

Hoy vengo con una sonrisa de oreja a oreja y nadie se da cuenta de nada. Son las nueve de la mañana y nadie percibe que todavía me siento tan bien por haber corrido: con los músculos relajados, llena de energía, la mente muy receptiva...

Me siento como Sabines en uno de sus poemas, “El peatón” (donde dice poeta, entiéndase en mi caso, corredora principiante. Y donde dice Jaime Sabines sustitúyase por “Mex_30”):

El peatón
Se dice, se rumora, afirman en los salones, en las fiestas, alguien o algunos enterados, que Jaime Sabines es un gran poeta. O cuando menos un buen poeta. O un poeta decente, valioso. O simplemente, pero realmente, un poeta.

Le llega la noticia a Jaime y éste se alegra: ¡qué maravilla! ¡Soy un poeta! ¡Soy un poeta importante! ¡Soy un gran poeta!

Convencido, sale a la calle, o llega a la casa, convencido. Pero en la calle nadie, y en la casa menos: nadie se da cuenta de que es un poeta. ¿Por qué los poetas no tienen una estrella en la frente, o un resplandor visible, o un rayo que les salga de las orejas?

¡Dios mío!, dice Jaime. Tengo que ser papá o marido, o trabajar en la fábrica como otro cualquiera, o andar, como cualquiera, de peatón.

¡Eso es!, dice Jaime. No soy un poeta: soy un peatón.

Y esta vez se queda echado en la cama con una alegría dulce y tranquila.

Jaime Sabines

martes, 22 de noviembre de 2011

Correr y el chiquihuite del buen running

Todas las personas tienen sus manías y tics. Yo tengo ambos. Como corredora también. A mí me da mucho gusto tener un rinconcito que me recuerda la rutina que es correr (no lo digo como algo negativo sino más bien positivo). Este rinconcito es mi "chiquihuite del buen running".


En alguna parte leí que cada uno debe de "mimarse" como corredor. Hacerlo de forma constante y visible nos permite continuar sin la pesadez de la pregunta más frecuente que se hace un corredor: ¿salgo o no salgo? Nos permite pues, ver en el deporte algo más que una forma de bajar de peso o matar el tiempo; correr se va volviendo un pasatiempo que disfrutamos y no una obligación. Mimarse también motiva y la motivación es un aliciente imprescindible para correr con frecuencia.


Para algunos esa motivación o gusto por correr puede acompañarse tecnológicamente; por ejemplo con un reloj muy caro que mide prácticamente todo. O bien, para otros es más importante llevar ropa extremadamente funcional o con fibras que permiten mejorar el rendimiento deportivo. Otros más necesitan que los "vean" y sí, a veces uno puede detectar a un corredor a decenas de metros porque hace todo para que lo miremos. Por cierto, hace poco vi una persona que llevaba un aparatillo que sacó Nike, que conectado a tu Ipod te da instrucciones y frases de motivación. La persona que vi disfrutaba al máximo entrenando así.


Yo pensé que mi reloj gps me iba a dar una gran alegría y motivación. Pues ni tanta, la verdad es que funciona bastante bien y a veces me pongo a jugar en el google earth; pero claro, si saliera mañana y me robaran el reloj; pues no pasa nada, no voy a comprarme inmediatamente otro. A mí lo que me da placer es usar mi "chiquihuite"; y ponerle y quitarle cosas según la temporada.


"Chiquihuite" es una palabra del náhuatl que significa cesto o canasta. A mí me gusta mucho su sonoridad por eso la uso incluso en cestos que no son estrictamente chiquihuites. En realidad, es el objeto más anodino del mundo, pero qué placer me da verlo por los mañanas.


Y es minúsculo. Me he propuesto no llenarlo completamente sino sólo ponerme las cosas qué realmente necesito para correr. En invierno está claro, tengo que protegerme un poco más. En él pongo mi mp3, mi gorro de invierno, mi reloj con pulsómetro, mis reflectores para los brazos para correr por las noches, los guantes y el aparato que registra las pulsaciones.


Claro... casi se me olvida mencionar a los puristas: aquellos que salen sin nada y que tienen la -para mí- increíble y sorprendente facultad de ir solos; sólo ellos: sin reloj, sin ropa extremadamente funcional, sin música, sin nada... Es increíble... a veces me pregunto cuánto lograrán sumergirse en sus propios pensamientos...


PD: La semana empezó bien, 51 min., 9 km.

domingo, 20 de noviembre de 2011

Tercera semana

Ayer salí a correr, 130 min., de los cuales podemos decir que 70 fueron contra mi voluntad. He salido con mi "personal torturer"... Digamos que he tenido suerte y he conocido a una chica que tiene mucho más experiencia con esto de los entrenamientos y me ha propuesto salir a correr un tramo largo que se ha extendido por ahí de los 130 minutos y que calculo, más o menos fue de 19 kilómetros.


Todavía sigo un poco resfriada, pero puedo respirar bien, además, el clima está a mi favor. Desde ayer regresó el "buen tiempo", estamos a 7 grados.


Hoy di una vuelta de 30 minutos.

Esta semana no hice nada de lo que indica el plan: sólo salí a correr.

jueves, 17 de noviembre de 2011

Correr y resfrío

Salí ayer en bicicleta rumbo al trabajo; me dio pereza cerrarme por completo el abrigo... Y ahora: estoy aquí un poco resfriada, torturándome frente a comentarios de Maratonia (perfil de facebook), de gente que alegremente cuenta qué bien se siente salir a correr.


Bueno, tengo dos posibilidades: salir a correr hoy y enfermarme en serio. O esperar un día y ver qué tal me siento.


Y lo peor de todo es que ha sido por una tontería. A mitad del camino he pensado: por aquí podría detenerme y cerrarme bien el abrigo. Pero nada, no pensé que me pegara tan rápido el frío. :-(

martes, 15 de noviembre de 2011

Correr y frío

Con el gorro puesto, guantes, ropa ligera pero que me resguarda del frío.
Dos grados fuera.
Llegó el invierno.
Hoy casi encuentro una excusa pero: salí.


Un delicioso paseo de 50 minutos, 8 kilómetros.
La piel con un sudor tímido y escaso.
La respiración cuidadosa.


El cuerpo al principio hecho un ovillo y después como pez en el agua: cuando ya prendimos motores no se siente nada.


:-)

domingo, 13 de noviembre de 2011

Segunda semana

Me puse los tenis de correr, una chaqueta para protegerme del frío. También llevé mi mp3, con el que siempre escucho cualquier tipo de cosas para así distraerme: canciones, podcasts, reportajes. Y claro, no pudo faltar mi nuevo juguete: un reloj con pulsómetro.


Por ahí del minuto treinta todo iba bien... Cansancio nulo, el pulso bajo control, a pesar del frío respirar no es trabajoso. En el parque no soy la única: y eso lo hace todo tan sencillo. Parejas, corredores solos, jugadores de fútbol que se ponen a correr un poco antes de comenzar su entrenamiento, señoras que hacen caminata o nordic walking, familias que salen a dar la vuelta o a pasear a sus bebés. Gente.

Todo iba bien y se puso mejor porque no estaba sola. Era tan fácil entretenerse con tanta gente al lado. Poco después de la hora, oscureció rápidamente. Faltan quince minutos.


Sólo entonces me doy cuenta que falta muy poco y una inquietud no me deja seguir mi paso y me hace correr más rápido. No importa. Llego hecha polvo pero satisfecha: la segunda semana también salió bien.


75 min. 12 km.

Correr y tiempo

Como me lo esperaba,... bajó la temperatura. Un día después de mi última entrada, la mañana nos recibió con una neblina espesa y 6 grados, que al día siguiente se volvieron a su vez tres.


En el parque hay una que otra hoja con escarcha. El aire sigue liviano pero ya duele al respirar. Sigue soleado. Todavía se puede correr fuera. Pero yo ando como niña con juguete nuevo. Me ha llegado mi reloj con pulsómetro y gps.


Hoy salgo en una hora. Vamos a ver si esta vez logro que el reloj consiga reconocer el aparato que mide las pulsaciones... Sobre el reloj contaré otro día cuando ya tenga más idea sobre su funcionamiento.

Todavía me duele la espalda del yoga; y los brazos los siento enormemente cansados.
Soleado, soleado.
Qué suerte.

martes, 8 de noviembre de 2011

Primera semana

Felizmente terminé bien la primera semana. Casi casi falta que me pongan una estrellita en la frente porque sí respeté el plan y sí salí.

El tiempo ahora es perfecto, entre 7 y 15 grados. Todavía se puede respirar sin problemas y casi no hay viento. Esperemos que siga así hasta al menos mediados de diciembre. :-)  Soñar no cuesta nada.

sábado, 5 de noviembre de 2011

Correr y otoño

Una mañana fresca, fría y soleada. Un paseo de 50 minutos a paso moderado. El parque lleno de una alfombra dorada. Árboles ardiendo. Rojos. Cenizos. El crujir de las hojas bajo los pies. El aire frío entrando al cuerpo, liviano. Olor a tierra húmeda.


Un lago diminuto es adornado por patos y cisnes.
En el camino un cuervo gris me observa.

Otoño. Herbst.

jueves, 3 de noviembre de 2011

Empezamos...

A pesar de que casi cambio de plan, conseguí saliendo del trabajo, salir a correr. En estos días ya está oscuro desde las cinco. Y la batería se me baja rápidamente así que tengo que hacer esfuerzos para obligarme a hacer ejercicio. Luego me siento muy bien, me siento - curiosamente - llena de energía.


Ayer, incluso me dio un poco de pena recordar cómo tuve que obligarme a salir de casa. Porque eso sí, excusas habrá siempre: está oscuro, hace frío, estoy cansada, me siento mareada, no he comido nada y me siento débil, no tengo tiempo... Y tantos más...


Pero si uno consigue recordar esa sensación de bienestar que viene automáticamente después de correr, entonces ya es más fácil salir.