jueves, 31 de enero de 2013

Por eso salgo a correr, porque me encuentro.

Una mala noticia que me derriba y me deja presa de una tristeza que no puedo sentir más que en el pecho. Pero salgo. Me pongo las zapatillas y pienso en ti. Y me pongo el gorro. Una, dos, tres veces hasta que consigo coordinar movimiento y deseo.
Y salgo, y el dolor se expande, y el dolor se me va a los hombros, se me inserta en la piel. Lo exhalo en sudor. Me agarra los muslos. Me llega hasta los tobillos. Y mi dolor circula. Se deshace el ovillo. Estás allí, bombardeándome de tantos recuerdos agradables, entrañables.
Estás ahí.
Y mi dolor me mueve, y las lágrimas ya no lo expresan, sino lo expresa el ritmo, el movimiento, el esfuerzo. El cuerpo.

Sigues allí, transformado en cariño.
A tu nombre, abuelo.


Por eso salgo a correr, porque correr -pensando que es una huida- me regresa a mí y me ordena.

lunes, 28 de enero de 2013

Here we go...

Saliendo del trabajo, con las zapatillas bien puestas, un gorrito y el tanque lleno.
:-)
Allí vamos, esquivando charcos frescos de nieve derretida. Allí vamos entre la sal tirada. A veces patinando, a veces con pasitos diminutos. Diez, veinte minutos. Las calles se despiertan y sorprenden por la oscuridad interrumpida. Y el tiempo disminuye su ritmo. Pero la que termina por sorprenderse soy yo: lluvia, lluvia que no decide entre acompañarme o dejarme salir sola.
Indecisa ella. Yo ya acabé. :-)


viernes, 25 de enero de 2013

Regresé a las andadas...

Sí. Un impulso que no se pudo detener.
Un paseito de 55 minutos, cerca de 9 km. -6 grados. Calles sucias y llenas de nieve pisoteada.

Pero un aire ligerito que acariciaba como el mejor amante. Sí, así de perfecta y coqueta estuvo la tarde.

Para terminarla y así concluir el primer día de entrenamiento:

Who by fire