viernes, 22 de agosto de 2014

Sky... running


La semana pasada fui con mi padre a correr nada más y nada menos que al Nevado de Toluca. Aprovechamos el viaje para sacar a los perros también.

Comenzamos poco antes de las diez de la mañana. Un día antes había llovido a cántaros, por lo cual el Nevado le hacía honor a su nombre y realmente estaba nevado. El aire ligero, hacía sol. Pero a 3500 msnm no se siente tanto.

Los primero kilómetros fueron una verdadera penitencia, si no fuera porque los perros me miraban con cara de “no nos vamos a parar, así que sigue que todavía queremos pasear”, entonces habría dado vuelta antes. Seis km terminados a 4050 msnm.

Qué delicia, descansar un kilómetro y luego... para abajo, lo que no es menos complicado porque uno ya va cansado y además hay piedras sueltas.
Fuimos ayer nuevamente, conseguí avanzar un kilometrito más. Y la próxima vez voy por los 7.500.




No digo con esto que me quiera ya concentrar en esta vertiente de la corrida. Pero me gusta mucho correr por ahora allí. Aguantar. Seguir a pesar de que viene una curva y detrás de la curva sale otra y otra y otra dando la sensación de que uno no avanza y la cosa no termina nunca.

Aquí mismo se ve cómo realmente eso no termina nunca... Ojalá un día llegue a más de la mitad. Abajo a la derecha se ve ya el cráter del Nevado con las lagunas. De verdad un lugar único para entrenar por eso no es raro ver montañistas, ciclistas, motociclistas, corredores, senderistas y familia así no más, para hacer picnic...





Me gusta sentir que mis piernas se esfuerzan desde el primer kilómetro. Tal vez porque ya se habían acostumbrado a correr en plano, porque ya conocían las rutas. Ahora siento que el cambio me hace bien y claro, me sorprende: volver a kilometraje bajo pero con mucho esfuerzo.

Qué lujo los que vivimos de este lado:  Cerca tenemos al monstruo (D.F.) para ir cuando valga la pena, también se tiene al ladito un montón de lugares para hacer ecoturismo.

miércoles, 6 de agosto de 2014

Medio cumplido - Guachochi

Ha sido un enorme placer y una experiencia inolvidable haber participado en el mediomaratón de Guachochi. Sind duda es una de las carreras que más atesoraré no sólo este año, sino toda mi vida.

El paisaje qué les cuento, genial. Para perderse las horas viéndolo. Cambiaba de desértico a boscoso, semidesértico, boscoso nuevamente.

Además Chihuahua -al menos lo poquito que pude visitar- resguarda una historia que se cuenta de forma fragmentaria en el Valle de México, de donde soy originaria. Chihuahua queda tan lejos, realmente tan lejos; pero por allí pasó Villa, probablemente una de las figuras más polémicas que han dejado su huella en la Historia de México.

Pero en Chihuahua también viven esos corredores de pies ligeros, los raramuris, los tarahumaras. Esos corredores que no necesitan geles, ni cronómetros, ni tenis para trail, ni calcetines de compresión. ¿Fibras sintéticas, ligeras o cualquier otra tecnología? No. Ellos corren en un tipo de calzón de mantas, con una camisa ancha y un paliacate. A veces se hidratan.

Ellas corren en amplias y pesadas enaguas con zapatos de plástico o de piso sin ningún tipo de soporte. Y corren tan orgullosos, tan valientes, tan presuntuosos.

Definitivamente han sido unos días para recordar. Es la primera vez que veo ultramaratonistas así en vivo y a todo color. Son de carne y hueso. Y lo único que los separa de mí es un gran convicción. En la cabeza algo les hizo clic que a mí todavía no.

Me falta comentar que el recorrido del ultra no es NADA fácil...
Y estoy feliz de haber corrido los 21 y madurar un poco más la idea de un ultra antes de anotarme a uno realmente difícil como lo es este donde uno sube una pendiente durísima... Definitivamente es para extraterrestres eso.

Sobre el medio puedo decir una cosita nada más:

Mis tenis: 1000 pesos
Mis medias antiampollas: 600 pesos
Mi reloj de correr: 2500 pesos.

Correr al lado de un tarahumara y aguantarle el paso 16 kilómetros: NO TIENE PRECIO y es lo más valioso que me pasó.

Cuarto lugar.

Preciosa carrera. Gerne wieder!