Como me lo esperaba,... bajó la temperatura. Un día después de mi última entrada, la mañana nos recibió con una neblina espesa y 6 grados, que al día siguiente se volvieron a su vez tres.
En el parque hay una que otra hoja con escarcha. El aire sigue liviano pero ya duele al respirar. Sigue soleado. Todavía se puede correr fuera. Pero yo ando como niña con juguete nuevo. Me ha llegado mi reloj con pulsómetro y gps.
Hoy salgo en una hora. Vamos a ver si esta vez logro que el reloj consiga reconocer el aparato que mide las pulsaciones... Sobre el reloj contaré otro día cuando ya tenga más idea sobre su funcionamiento.
Todavía me duele la espalda del yoga; y los brazos los siento enormemente cansados.
Soleado, soleado.
Qué suerte.
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