domingo, 26 de febrero de 2012

30 km

Nueve de la mañana: nublado. Poco viento. Seis grados. Me preparo. Salgo sin embargo a las diez de la mañana. Un paseo por el bosque, paso por el primer lago, Krumme Lanke, no hay nadie. Qué raro... Berlin, what´s going on?

Me estaré perdiendo algo espectacular en la ciudad? No hay una sola alma... A la hora me topo con una señora haciendo nordic walking. Luego con familias y perros. Sí. Ya me extrañaba: un día soleado y nadie disfrutando el tiempo.

16 kilómetros. Tengo dos posibilidades: volver o seguir al segundo lago, Schlachtensee. Sigo, continúo. Un hombre me rebasa. Oh no. No consigo rechazar el duelo y nos vamos los dos, prácticamente como corredores siameses. El lago refleja la luz del sol, su superficie todavía está repleta de grandes placas de hielo. Algunos niños buscan ramas largas y consiguen sacar pedazos gigantes. Los decoran, los rompen. Voy a no más de un metro de distancia de mi rival. Sonrío. Es más fácil para mí, perseguir que ser perseguida. Lo segundo me agobia. Terminamos el segundo lago, paso al lado del hombre. Según yo, en estos 5 kilómetros no ha notado mi presencia. Pero me equivoco. Voltea hacia mí y me dice: buen trabajo. Sonrío. Y sigo. Falta la mitad.



Nuevamente frente a la Krumme Lanke, con un clima grandioso, fresco, un viento ligerísimo que refresca. 7 grados. Un hombre en sentido contrario pasa en pantalones cortos y camiseta. Está completamente rojo del frío o del cansancio. Todos voltean a mirarlo.

Veinte kilómetros. Dos turistas están perdidos y yo rápidamente miro hacia los lados para escurrírmeles. No quiero detenerme y ayudarles. Lo siento, no quiero parar. Dios, no hay forma de evitarles y yo soy la única alma perdida que les puede ayudar. Vale, sin detenerme mucho contesto sus preguntas y sigo.

24 kilómetros. Me duelen un poco las plantas de los pies. Mis pasos se hacen más cortos cada vez.
25. Llegó la caballería: vienen por mí y me obligan a terminar los 6 kilómetros restantes. En el parque de siempre, Volkspark. Tanta gente que tenemos que salir de las zonas bonitas y meternos al fango. 28. Ya falta tan poco, y en un momento de entusiasmo comienzo a correr más. Ya quiero llegar a los 29.

29. Ya. Ya falta nada, nada. Solo 400 m. Otro poco más. Ya. Así. 30... Y ahora a enfriar.... a paso lentísimo, luego caminando. Qué domingo.

lunes, 13 de febrero de 2012

Nieve, cine, música, trabajo

Un fin de semana sin pies ni cabeza. Buena música para escuchar corriendo. La Berlinale por ahí, coqueteando para en lugar de salir a correr, vaya al cine... Murakami en mi sala, IQ84, esperándome impaciente...

Instalar un aparato de sonido que compré el sábado; la limpieza, las compras, correr, leer, tomar el sol en la sala, leer otra vez. Un café espresso, revisar el plan de entrenamiento. Releer las anotaciones, cargar el reloj con pulsómetro. Buscar pistas mp3 o podcasts para hacer más variado lo que llevo al correr... Corregir un artículo, releerlo, cambiar frases, acortar, pulir.





Un amigo que llama y nos pone al tanto de su vida. Sol. Veo corredores disciplinados desde mi ventana, pasan, nieve. Otra vez Murakami. En una edición platinada que impone mucho respeto y gusto al leer.

Un fin de semana en resumen nada espectacular. Pero perfecto desde mi punto de vista.

jueves, 9 de febrero de 2012

Oh, blanca Navidad... (tarde pero llegó)

Sí, el termómetro ya no conoce los grados arriba de cero... Baja, baja... a vece sube...

Pero a pesar de que es tan fácil ahora coger un resfriado esperando el bus, caminando rumbo a casa, saliendo a correr... Cómo cambia el ánimo cuando uno ve nieve...

Hoy vamos por unos 10 kilómetros... Aunque no estoy segura si saldré a correr o bien, el intento se volverá una sesión involuntaria de patinaje...

:-)



domingo, 5 de febrero de 2012

El paraiso a -10 grados

Salí a correr. No, no fue así. Prácticamente me echaron de la cama para salir a correr a -10 grados. Berlín está cubierto de nieve, sin viento, copitos chiquitines adornan el paisaje. Es delicioso correr. El aire no pesa, la nieve permite avanzar sin temor a resbalarse y caer en cada paso. Una charla amena, buen ritmo. Privacidad total en un parque público. Gente que patina en el estanque congelado.

Y yo, boba, que me recluí sin sentido en la banda caminadora!
!No veo la hora de que llegue el martes para salir otra vez!

Qué bien. Ya quiero salir otra vez.
El paraiso está sin duda a diez grados bajo cero.