sábado, 20 de diciembre de 2014

Declaración de amor

Cuando llegué a Berlín por vez primera era invierno. Era febrero, me encontraba en medio de la nada. No sabía alemán. Unos pinches cuervos me siguieron con su graznido hasta el hotel.

Hacía mucho frío. La ciudad en su tono gris era horrible.

Regresé por cuestiones laborales. Y esa primera imagen tardó muchísimo en quitarse de mi cabeza: Berlín la fría, Berlín la sucia.

Berlín la maleducada y presuntuosa.

Pero sucedió. Comencé a salir a correr, a parques, por calles, por bosques, por canales.

Hoy corrí... Como se ve en el trayecto de aquí para allá, estaba conociendo las posibilidades para correr.

Iba por 10 pero volví con 20 km en el bolsillo. Porque así es esta ciudad. Te empieza a coquetear con unos parquecitos, con lagos, con el gigantesco Tempelhof... Y uno acaba por caer en las redes...

Me enamoré de Berlín. Y no se me ocurre otra ciudad más en el mundo donde se pueda correr con tanta facilidad y placer.

Berlín, gracias por el Volkspark Schöneberg, Treptower Park, Volkspark Friedrichshain, Grunewald, Tempelhof, Schloss Charlottenburg, Landwehrkanal, Hasenheide, Spandauer Forst, Jungfernheide Forst... :-)







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