Nuevamente en Berlín. Sábado, día fresco, soleado. Un día perfecto para no temerle al invierno y salir a correr.
Ahora mi paseo me llevó por el castillo de Charlottenburg, el cual creo que lo había visitado un par de veces y ya. Pero nunca había corrido por allí.
Varios corredores me recibieron en los circuitos. Y cuando el reloj marcó los seis kilómetros fue el momento de salir del parque e irse por un caminillo estrecho al lado del Spree.
Precioso día.
Una ampolla, cuatro grados. Satisfecha.
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