Ya va para un año que vivo en Moabit, una parte de Berlín que se asocia mucho a extranjeros, caos, subcultura.
A mí me encanta vivir en este barrio con estructura de isla, protegido de todos pero a un paso de todo.
Ayer mientras salía a correr un poco, me salió un dinosaurio en el camino. Posiblemente todos los peatones y corredores estábamos igual de embelesados. Tal vez era el sol preprimaveral, o quizás era esa figura rara extinta, que paseaba al lado del río Spree.
Berlín nos empujaba a volver a casa, pero la mayoría teníamos tanta saudade de sol, que nos quedamos fuera a caminar o correr, je nachdem.
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