En un día cualquiera, que resultó ser un martes. En un momento cualquiera que resultó estar lleno de lluvia y gotitas afilada, salgo a correr.
Mis piernas se habían acostumbrado a la bicicleta de velocidad que recién compré. Un modelo que me he comprado en un momento de euforia, de rabia, de enojo y de soledad por igual (contessa speedster 45). Un momento de orfandad.
Pero correr es correr y me lo pide el cuerpo, me dice: "mira nomás qué clima". Y yo allí, pensando.
Y que salgo a correr. Aunque siga asociando dolor y pérdida. Aunque lo siga extrañando.
Pero ayer fue un día cualquiera, perfecto para regresar y refugiarme en la corrida.
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