lunes, 13 de enero de 2014

El hada madrina sí existe

Para hacer los 32 km. (27 km. corriendo y los últimos 5 km. caminando o corriendo leve) me quedé en la capital. Un paseo desde el centro hacia la Villa, volviendo para seguir por Reforma y llegando hasta Chapultepec.

Todo iba bien hasta que....

No. Nada iba bien. Estaba nerviosa, tenía ciertas dudas, estaba inquieta y por demás desconcentrada debido a varias cosas y claro, lo que ya se venía anunciando hizo acto de presencia: el entrenamiento me salió mal. 

Número uno: no cené correctamente un día antes.

Número dos: no aclaré a mis acompañantes por qué kilómetro requeriría ayuda.

Número tres: salí sin dinero y sin agua. (Error imperdonable y que la verdad me da vergüenza confesar)

Por ahí del kilómetro 22 siento que los 30 km. los conseguiré físicamente sin problema; pero me siento inquieta porque no he topado con mi familia y ellos se quedaron con mi cartera y con el agua. Pienso que sólo es cuestión de encontrarlos... Sí, todavía creo que los milagros existen.

Nada. Kilómetro 25. Siento el calor durísimo. Un sol que llegó para quedarse. Corriendo por allí de los 22 grados y sin agua... Es decir, ocho grados más arriba de la temperatura promedio a la que salgo y yo sin agua... 

Ahora sí comienza a fallarme el cuerpo. No coincido con mi familia. El mareo no se me va, al contrario: crece.

                                                    más arriba.
                                para arriba
                sigue
Aumenta,  


No veo siquiera en toda la pista un centro de atención médica. 27 km. alcanzados y yo buscando, esperando encontrarlos.

Caminando, por la sombra. El sol golpea mi cabeza, una y otra y otra vez. Me marea, pero me voy por la sombra y siento mareo, siento mucho frío. Creo que ahora sí me desplomo. Pido agua a los pasantes. Nada, justo pregunto a dos corredores que no tienen.

Llego al Caballito. Veo a mi familia. Ahora sí, me puedo desmayar, me puedo desplomar en seguida. Qué tranquilidad (!!!! -pensamiento de corredora irresponsable).

Nada, consigo poner mis nervios bajo control, tranquilizarme: estoy bien. Mi pulso está otra vez tranquilo. Bebo, poco a poco, me siento mejor o al menos: ya no tan mal.

Tengo ganas de vomitar.
Tranquila, más agua. Poco a poco se me va el mareo.
A caminar. Vamos a casa.

Qué suerte.

En realidad no debí haberla tenido porque salí muy mal preparada. 
Me repito: No debí haberla tenido porque no me cuidé. Esta se la debo a mi hada madrina.

1 comentario:

  1. Vaya susto, cuidado con las deshidrataciones que son muy peligrosas.
    Para la próxima vez sabrás tomar precauciones.

    Ahora descansa y recupera.

    Un beso.

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