El año pasado participé en una carrera de obstáculos para cerrar bien el año deportivamente hablando. La carrera me fascinó. 13 kilómetros donde uno pasa por obstáculos de agua, arena, lodo, paredes para ser escaladas...
Y entonces correr se vuelve una fiesta que se comparte con 1000 corredores y todos estamos allí: llenándonos de lodo, metiéndonos a contenedores de agua helada por voluntad propia...
Así que, claro, este año no podía faltar esta fiesta...
Siguiente misión: Cross challenge 2013
Misión: aceptada
Tenía deseos de correr los 26 kilómetros; pero una serie de eventos colaterales me hicieron tomar otra decisión. Me quedé nuevamente con los trece. Pero trece bien corridos. Una decisión que me dolió, pero mejor que no correr nada.
De manera que corrí -como decimos en mi tierra: como chiva loca-. No importando si me quedaba sin aire, si iba demasiado rápido en los primeros kilómetros, si aún faltaba la mitad. Así que sólo se puede decir que llegué... en quinto contra cualquiera de mis pronósticos... Ayer, mientras me buscaba por allí del lugar diez, el resultado casi me causa un paro cardiaco... Quinto, caray... ¡qué suerte!
¡Qué motivación más grande para continuar corriendo!
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