Donde uno se da cuenta que hay un límite. Donde uno reconoce que ir por más ya es trabajo, disciplina, seriedad. Donde uno descubre que es complicidad con el deporte.
5 kilómetros en 22 minutos. Donde di todo y no me quedó un gramito más de energía. 5000 metros donde era evidente que mejorar es imposible sin cambiar hábitos.
Lluvia que auguraba una de esas "netas deportivas"... Una sensación de inestabilidad. El corazón latiendo duro. Explotando. La respiración controlada a grandes esfuerzos.
22 minutos que no voy a mover. Y lo sé. No puedo bajarlos, no puedo quitarles 30 segundos. Ni veinte. No como como, no como duermo, no con mis hábitos, no sin trabajar grupos musculares.
Y allí está la puerta de la decisión. ¿Qué tanto me importa bajar esos 22 minutos?
¿Cuánto?
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