:-)
Allí vamos, esquivando charcos frescos de nieve derretida. Allí vamos entre la sal tirada. A veces patinando, a veces con pasitos diminutos. Diez, veinte minutos. Las calles se despiertan y sorprenden por la oscuridad interrumpida. Y el tiempo disminuye su ritmo. Pero la que termina por sorprenderse soy yo: lluvia, lluvia que no decide entre acompañarme o dejarme salir sola.
Indecisa ella. Yo ya acabé. :-)
Poético y a la vez disfrutado. Emana paz entre zancadas, muy bonita la entrada.
ResponderEliminarUn beso.