martes, 2 de septiembre de 2014

Correr y una pésima estación de radio


Salí a correr escuchando la radio, sobre todo porque salí sola. No me gusta mucho escuchar música cuando voy por más de 20 km. Le dejé en la primera que sintonizó el teléfono: “Miled”, de Toluca. Tres horas fueron suficientes para darme cuenta de la basura que puede ser una estación de radio.

 

La primera hora, hora todavía para los que están casi a punto de irse a la cama, luego del gran reventón son las últimas canciones de tecno. Entre bloque y bloque de canciones aparecían spots del gobierno de la república, donde el presidente hablaba sobre sus reformas. En el spot él habla de forma muy amistosa, no como si hablara a ciudadanos; sino como a personas tontas que necesitan que les expliquen hasta lo más básico.

El spot no sólo me enervó. Lo que me pareció inverosímil es la forma tan flaca de proteger sus reformas; donde nunca se dan datos y sólo se establecen castillos de arena (que por desgracia no habrán de alcanzarse ni en corto, ni en el mediano plazo).

Un spot tras otro. En eso se va el dinero del gobierno: en tatuar en los oídos de los mexicanos que sus reformas (algunas de ellas vendepatrias) que a todos nos va ir muy bien, que vamos a contaminar menos, y con el tiempo (en dos años) vamos a ver el gran ahorro en la luz. Este es un país que le daba vergüenza decir públicamente que padece de pobreza, dice el presidente. Pero ya no hay que preocuparnos, porque con su plan que combate el hambre, la cosa va a mejorar: Sí, su plan atiende a 3 millones de personas de escasos recursos. No hay que olvidar a los 39 millones restantes. Porque eso sí: pobres hay 42 millones. Y tampoco hay que llevar el plan a zonas “visibles” nada más. Para que uno se confunda con la visión de que se está haciendo algo: faltan zonas aisladas, en desastre. Eso también hay que atender y no nada más las zonas que los votantes ven.

Uno tras otro, tras otro. Y la cosa se puso mucho peor... Entre los mensajes para bobos donde habla el presidente, se intercalan spots donde la gente está feliz por las buenas reformas: “me dijeron que contaminaremos menos”, “supe que bajaría el precio de la luz”. ¿Son esos argumentos? ¿Son esas fuentes: los rumores y la sapiencia venida de la nada?

No señor, conmigo no. Puede usted ponerme esos malditos spots pero no me voy a tragar que NO hubo discusión en muchas de las reformas y que la rudeza de varias (sea necesario o no cambiar la situación) va a tener repercusiones inmediatas y desastrosas en ciertos sectores poblacionales. Usted no dialogó, no argumentó, no expuso la necesidad de las reformas. Y tanto es así que sus spots me dan la razón. Su estrategia es idiotizar a la gente para que uno acabe con la tonadita que fueron buenas decisiones.

 
Luego mientras yo me peleaba con esa situación, me pregunté: ¿es la gente realmente manejable a ese nivel tan básico? Y el siguiente programa me dio la respuesta. Los hermanos Yañu, que atienden cuestiones esotéricas me cortaron el habla. El programa en turno lo conducían videntes.
El formato -grosso modo- era el siguiente: La gente se comunicaba diciendo –recalco- exclusivamente la fecha de su nacimiento y el tipo les adivinaba el problema: veía que el marido, que el hermano que no se qué tenía energía negativa en su cuerpo. Pero no se preocupe, decía, tráigamelo y yo le daré la solución.

El tipo salvaba pacientes terminales de cáncer y problemas renales... Hacía al adúltero casto, al desahuciado, sano; y a la fea, bonita. Bueno, casi.

No paró ahí el asunto: El siguiente programa vino a pisotear mi humor: un doctor naturista vendía un concentrado que literalmente lo curaba todo. ¿No está enfermo usted? Sí, usted, no es necesario que tenga diabetes o colesterol. Tómelo porque yo sé que usted va por mal camino, ¿o no? Dígame, ¿no se tomó hoy una coca?

El tipo al decir esto ¿qué hace? Prácticamente el mensaje es éste: Aliméntate como si no te importara tu cuerpo, descuídalo, agrédelo, no lo cuides. Porque yo tengo el antídoto para lo que te va a causar enfermedades.

No es gratuito pues que la cocacola tenga un mercado fiel y seguro –tal vez se acaben los guadalupanos algún día pero los cocacoleros nunca- aquí en México.

Ojalá algún día –y que ese día llegue pronto, de ser posible mañana- llegue gente con una buena ética a esa estación de radio: gente responsable que no cure milagrosamente, que no le dé porquerías a la gente para aliviar sus penas. Ojalá que algún día llegue gente que le hable CON SINCERIDAD a su público y también le diga sus verdades: Que si está gordo es porque se alimenta mal; que si pierde el trabajo, es porque es un haragán; que si se enferma es porque sus hábitos son incorrectos.

Ojalá...

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