Luego de una baja voluntaria de dos meses y pico, regreso.
Un domingo soleado, ocho kilómetros. Marcha suavecita, con mi amigo Davido. Cielo azurro, despejado.
Los planes ambiciosos de febrero desaparecieron y allí voy, despacio, soñando de nuevo.
Empezando de nuevo. Una y otra y otra vez.